jueves, 14 de mayo de 2009

Venecia, vino

No me gusta entrar en una librería con buena pinta, comprar una guía y decir que tengo preparado un viaje.
Es un proceso mucho más creativo y enriquecedor. La guía no es fundamental, incluso el destino puede pasar a un segundo plano, puesto que son más importantes el resto de provisiones para la aventura. Mientras haces acopio de recursos y fuerzas, tu imaginación quizás llegue más lejos de lo que nunca llegarán tus zapatos. O quizás, tu propósito sea concluir un marathon fotográfico. Depende de tu capacidad de filantropía y de las dotes de espeleología terráquea que tengas.
Lo que está claro es que dejarás una parte de ti que intentará regresar a diario. Y en ese ir y venir pasarán los días. (fotografía de fogtownrog, flickr)

En este proceso estoy, aprendiendo sobre Venecia. Mi guía van a ser los "Itinerarios fantásticos y ocultos de Corto Maltés en Venecia". Puedes aprender mucho con él, pero hoy me ha llamado la atención el origen toponímico de esta ciudad.
"A este respecto, es interesante destacar la intensa relación que esta ciudad ha tenido siempre con el vino. Ya Tito Livio (59 a.C - 17 d.C.) nos informa de que los antiguos habitantes Henetos o Enetos, es decir, los hombres del vino, cambiaron ese nombre por Venetos, y esto da a entender claramente la estrecha relación que une a esta bebida con las gentes de aquí. Es curioso señalar, que más que los vinos locales, entonces se prefería consumir los importados de las islas Egeo y de Grecia en general.
Más tarde se difundió el gusto de refinar en sus propias villas los vinos locales, que los monjes benedictinos habían revitalizado después de los estragos causados por las invasiones bárbaras.
(...) Según Molmenti, los vinos en Venecia se designaban con los nombres de salubres, estomacales, cordiales, amanzanillados, gallardos, medianos y débiles.

Y qué mejor forma de beber vino, si no es en compañía y con un brindis:

Célebre brindis veneciano del siglo XV:
Quien bebe bien,
duerme bien; quien
duerme bien, nunca
piensa; quien nunca
piensa, no hace mal;
quien no hace mal,
va al paraíso, así que
bebed bien que al
paraíso iréis.

(Guido Fuga y Lele Vianello: La Venecia Secreta de Corto Maltés. Barcelona: Norma, 2007)

Lo mucho o poco que aprenda de la Serenísima seguro que tiene algo que ver con el Corto.

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