Y a esto lo llaman Haiku.
Fabuloso.
Y muy difícil comprimir todo lo que ves mientras eliminas lo no sensorial en tres versos. Y es arte.
El haiku está dentro de uno de los valores estéticos como es el Wabi-sabi. El Wabi-sabi representa lo imperfecto, lo impermanente, lo incompleto. Deriva del concepto de impermanencia y el flujo constante del Budismo Zen. El Wabi-sabi también hace incapié en la simplicidad, en la sobriedad.
Por ejemplo una taza de té quebrada es Wabi-sabi, una escultura vieja es Wabi-sabi, un castillo en ruinas es Wabi-sabi, una copa asimétrica es Wabi-sabi etc. En el mundo japonés la música Shakuhachi es Wabi-sabi, el arreglo floral ikebana con sus formas asimétricas es Wabi-sabi, los jardines zen con piedras desgastadas y surcos que represetan el contínuo fluir de las cosas es Wabi-sabi, el arte de los bonsais es Wabi-sabi, los poemas Haiku son Wabi-sabi, y la ceremonia del té. Todos estos ejemplos de artes “imperfectas” producen también un estado mental similar de melancolía y armonía con el entorno. (sacado de kirainet.com)
A una amapola
deja sus alas la mariposa
como recuerdo
Este haiku es de Matsuo Basho, uno de los maestros del Haiku. Influenciado por el Budismo Zen, Basho otorgó una cualidad mística a la mayoría de sus composiciones e intentó expresar temas universales a través de sencillas imágenes de la naturaleza: desde la luna llena, a las pulgas de su cabaña. Esto produjo un cambio, puesto que el haiku estaba considerado como una estrofa cómica.
La imagen que acompaña al haiku, elaborada por el mismo autor, se denomina haiga. Es una sencilla plasmación de la naturaleza. En algunas ocasiones, el propio poema está incluído en el dibujo.
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