lunes, 29 de septiembre de 2008

Kafka en la orilla


Sigo buceando en Murakami... 
Kafka en la orilla.
¿Sabes, Oshima? A mi alrededor va sucediendo una cosa tras otra. Algunas las he elegido yo, otras no. Pero ya no soy capaz de distinguir las unas de las otras. 
Es decir, que las cosas que creo haber elegido yo, en realidad parece que ya estuvieran decididas de antemano mucho antes de que yo las eligiera. Tengo la sensación de que lo único que hago es ir calcando lo que alguien ya ha decidido de antemano. Y de que por más que piense por mí mismo, por más que me esfuerce, todo es inútil. Al contrario, cuanto más lo intento, más siento que estoy dejando de ser rápidamente yo. Que me estoy alejando de mi propia órbita.
(...)
-¿Sabes Kafka Tamura? Lo que tú estás sintiendo ahora no es otra cosa que el conflicto central de la tragedia griega. No es la persona la que elige su destino, sino el destino el que elige a la persona. Ésta es la concepción del mundo en la que se fundamenta la tragedia griega. Y la tragedia, según la define Aristóteles, irónicamente, no surge de los defectos del protagonista, sino de sus virtudes. ¿Entiendes a qué me refiero? Son las cualidades, no los defectos, las que arrastran al hombre a la tragedia. Edipo rey, de Sófocles, es un ejemplo remarcable de ello. En el caso de Edipo, no son la indolencia y la estupidez las que originan la tragedia, sino su valentía y su  honestidad. Y de ahí nace, inevitablemente la ironía. 


La leyenda dice que 
al nacer Edipo, el Oráculo de Delfos auguró a su padre, Layo, que aquel, al crecer, le daría muerte y desposaría a su mujer. Layo, queriendo evitar tal destino, ordenó a un súbdito que matara a Edipo al nacer. Apiadado de él, en vez de matarlo, el súbdito lo abandonó en el monte Citerón, colgado de un árbol por los pies, los cuales perforó. Un pastor halló el bebé y lo entregó al rey Pólibo de Corinto. Peribea o Mérope, la esposa de Pólibo y reina de Corinto, se encargó de la crianza del bebé, llamándolo Edipo, que significa ‘de pies hinchados’ por haber estado colgado.
Al llegar a la adolescencia, Edipo, por habladurías de sus compañeros de juegos, sospechó que no era hijo de sus pretendidos padres. Para salir de dudas visitó el Oráculo de Delfos, que le auguró que mataría a su padre y luego desposaría a su madre. Edipo, creyendo que sus padres eran quienes lo habían criado, decidió no regresar nunca a Corinto para huir de su destino. Emprende un viaje y, en el camino hacia Tebas, Edipo encuentra a Layo en una encrucijada, discuten por la preferencia de paso y lo mata sin saber que era el rey de Tebas, y su propio padre. Más tarde Edipo encuentra a la esfinge, un monstruo que daba muerte a todo aquel que no pudiera adivinar sus acertijos, atormentando al reino de Tebas. A la pregunta de ¿cuál es el ser vivo que camina a cuatro patas al alba, con dos al mediodía y con tres al atardecer?, Edipo respondió correctamente que es el hombre. Había también otro acertijo: Son dos hermanas, una de las cuales engendra a la otra y, a su vez, es engendrada por la primera. Edipo contestó: el día y la noche. Furiosa, la Esfinge se suicida lanzándose al vacío y Edipo es nombrado el salvador de Tebas. Como premio, Edipo es nombrado rey y se casa con la viuda de Layo, Yocasta, su verdadera madre. Tendrá con ella cuatro hijos: Polinices, Eteocles, Ismena y Antígona.
Al poco, una terrible plaga cae sobre la ciudad, ya que el asesino de Layo no ha pagado por su crimen y contamina con su presencia a toda la ciudad.
Edipo emprende las averiguaciones para descubrir el culpable, y gracias a Tiresias descubre que en realidad es hijo de Yocasta y Layo y que es él mismo el asesino que anda buscando. Al saber Yocasta que Edipo era en realidad su hijo, se da muerte, colgándose en el palacio. Horrorizado, Edipo se quita los ojos con los broches del vestido de Yocasta y abandona el trono de Tebas, escapando al exilio. (Wikipedia)
(Imagen de thepluginguy, flickr)

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